El Núcleo tiene como propósito básico desarrollar un programa interdisciplinario de investigación sobre los procesos políticos de significación socio-ambiental, con especial atención en los conflictos socio-ambientales. Sobre esa base, el proyecto se propone crear un espacio de convergencia sobre las relaciones socio-ambientales, donde se integre la mirada de las humanidades, las ciencias sociales y las ciencias naturales. Asimismo, el proyecto busca explorar caminos de convergencia para los distintos actores implicados en los procesos políticos de significación socio-ambiental.

Dicha convergencia, en consecuencia, se concibe en dos ejes. En un sentido horizontal intenta conectar a científicos y expertos situados en paradigmas distintos. Y en un sentido vertical, intenta poner en sintonía a actores ubicados en distintos eslabones de los procesos políticos de significación socio-ambiental, posicionados desde racionalidades e intereses diferentes (véase figura N°1).

El diagnóstico sobre el cual se plantea este proyecto es la complejidad científica y política que rodea al problema ambiental, la cual dificulta el diálogo y la construcción de consensos sobre los problemas ambientales, entre los distintos actores y disciplinas implicados. Consecuentemente, el desafío central del proyecto es establecer diálogo y continuidad discursiva donde hoy predomina la incomunicación y la discontinuidad; fenómeno que se produce en las dos esferas que hemos señalado: la de la elaboración del conocimiento experto, es decir, entre los científicos que estudian la problemática ambiental, y entre los distintos actores implicados en la cuestión ambiental.

La admitida impotencia de las ciencias para responder satisfactoriamente al desafío ambiental, por una parte, y el hecho de que las situaciones de conflictividad ambiental estén agudizándose cada día en nuestro país, por otra, ponen en evidencia esta falta de entendimiento y de consenso, y demandan con urgencia la creación de un espacio de convergencia e y conciliación en torno a los problemas socio-ambientales, donde pueda generarse un lenguaje común y, a partir de allí, se haga posible construir consensos básicos sobre las gestión sustentable del medio ambiente.

Respecto de la estrategia de trabajo que tendrá el pro proyecto, el primero de estos ejes de convergencia —el del conocimiento experto— se dividirá en dos niveles: el interdisciplinario y el transdisciplinario (véase figura N°2). El primero estará basado en el estudio empírico de las relaciones socioambientales en siete ámbitos específicos, en los cuales el núcleo cuenta con experiencia y resultados de investigación anteriores, así como proyectos en curso (véase anexo N°1). Estos son: operaciones mineras, espacio urbano, metabolismo social del recurso agua, pesca y piscicultura, paisaje viñatero, conservación y biodiversidad, y cambio climático.

Un segundo nivel de este mismo eje, adopta un enfoque de mayor abstracción, en vistas a construir un dispositivo epistemológico que permita analizar trandisciplinariamente los procesos políticos de significación socioambiental, y el cual pueda ser aplicado a todos los sectores y ámbitos. En este segundo plano, se busca la creación de un campo propiamente transdisciplinario, epistemológicamente situado, al mismo tiempo, entre las disciplinas, a través de las distintas disciplinas, y más allá de cada disciplina con competencia ambiental (véanse apartados 6.2 y 7.1).

La creación de ese espacio de convergencia bidimensional, fuera de los elementos señalados, requiere el desarrollo de un esquema de interpretación de los procesos políticos de significación socio-ambiental ajustado a la complejidad chilena. Nuestro país tiene rasgos que lo distinguen internacionalmente, como es por ejemplo, la desigualdad, elemento que incide significativamente tanto de la generación de los problemas ambientales como en la percepción de los mismos. Desde esta perspectiva, la desigualdad se convierte en una categoría socio-ambiental.

Otro rasgo distintivo de la experiencia chilena que ha de tenerse en cuenta es el proceso de mercantilización experimentado durante las últimas décadas. Los mercados y la lógica del mercado se han venido extendiendo, prácticamente, a todos los ámbitos de la relaciones ambiente/sociedad. Este avance se ha producido con menos dificultades que en otros países de la región. A nuestro juicio, esta innovación institucional no sólo se explicaría por el contexto político en que fueron introducidos estos principios (la dictadura militar), sino también por la existencia de un sustrato histórico y cultural relativamente propicio a estos principios.

Este problema pone de relieve la dimensión cultural del problema ambiental, expresada, por una parte, en las lógicas de ocupación del territorio y explotación de los recursos y, por otra, en la percepción y valoración de los servicios ambientales. Todos los indicios apuntan a la existencia de una “cultura ambiental” relativamente débil instalada transversalmente en los distintos sectores sociales y comunidades del país.